El empresario del corazon roto

Chapter 11: El amor entra por el estómago



Chapter 11: El amor entra por el estómago

―Listo señor Quentin, su envío va en camino.― Me dice Isa y yo sonrío.

―¿Seguro que no es un problema?

―No, todo estará bien... no es ningún problema, señor educación.

Me río bajito, apenas se escucha, últimamente lo hago muy seguido―¿Entonces eres chef? ―

Pregunto.

―Algo así.

―¿Algo así?

―Sí, tengo una Dark Kitchen . ― Me dice con tono de orgullo.

―¿Dark kitchen? ¿A caso se te fue la luz? ― Bromeo y hasta yo me sorprendo porque ella ríe y su

risa hace que mi cuerpo reaccione de la mejor manera.

―No, claro que no, bueno, también se les dice "restaurantes fantasmas", tengo un pequeño negocio

de comida en mi casa que hace menús.

―¿Menús? ¿Cómo?

―¡Guau! Sí que preguntas cosas.― Me responde.

―Está en mi naturaleza, lo que yo hago para vivir me permite hacer todas las preguntas que quiero.

Es necesario.

―¿Entonces eres filósofo? ¿Cómo Sócrates? ― Pregunta.

Vuelvo a reírme ahora lo hago a un volumen más alto.―Venga, dime.

―Bueno, estudié para nutrióloga y luego un diplomado en cocina, y me dedico a hacer menús. O sea,

te explicaré con una fácil, supongamos que tú eres un filósofo muy ocupado y no te da tiempo de

cocinar, entonces contratas mis servicios y yo te hago un menú semanal, te mando la comida y cada

semana te hago otros platillos y así, luego tu me puedes decir cuáles son tu favoritos y los hago más

seguido.

―Eso es genial.

―Lo sé, y es bien pagado, cero infraestructura y mi repartidor Peter, quien tocará tu puerta en unos

momentos los lleva a los lugares. Si sólo me contratas por unos días, suele pasar, se cobra el envío,

pero sí contratas mis servicios de tres meses o más, es gratuito. Hago de todo, hay personas que me

mandan sus rectas del nutriólogo y yo les hago su comida de acorde a su dieta, lo que tú comerás es

un platillo basado en la dieta paleo.

―¿Paleo? ― Pregunto despertando mi curiosidad, algo que pensé estaba muerto hace mucho, y me

pongo de pie para ir por mi ordenador portátil. Lo busco en google y leo de qué se trata.― Parece una

dieta muy estricta ¿Es fisicoculturista?

― No, hace CrossFit, es medio presumido, se llama Carlos, es mi cliente desde hace unos meses, no

me cancelaba pero ahora tiene novia, así que doy por echo de que he perdido un cliente.

―¿Por qué?

―El amor entra por el estómago, así que... está perdido.

El timbre de la puerta suena y me pongo de pie de inmediato para abrir la puerta y ver a Peter, un

chico bastante bajito que trae una enorme mochila.

―¿Señor cuentan? ― Pregunta.

"¿Si lo dijo bien? " escucho en el teléfono.

―Lo dijo... bien.― Contesto riéndome bajito porque en realidad lo dijo mal.

―Bien, no olvides darle propina, Peter no trabaja los domingos.

Mientras Peter saca la comida de la mochila, voy por mi cartera y saco un billete. Regreso y se lo

entrego.

―Gracias.― Contesta sonriente y luego sale de mi piso.

Pongo el móvil en altavoz y lo recargo sobre la barra d ella cocina, comienzo a abrir los empaques y al

abrir la sopa huelo ese delicioso aroma que llega a mi nariz y enciende mis papilas gustativas.

―¿Qué es esto? ¿la sopa?

―Sopa de papa con verduras en caldo de pollo, caliéntala un poquito y luego la comes lento.

Como siguiendo un instructivo hago lo que ella me pide, meto el refractario al honor de microondas y

le pongo un minuto, después me volteo y abro los otros.

―Lo otro es un pollo a la lima con arroz blanco al vapor, espero te guste.

―Gracias.― Murmuro.

―De nada. Come la sopa primero, te hará bien después del ataque del pánico, sentirás como tu

pecho se calienta y darás paso al alivio.

Saco la comida del microondas , lo pongo sobre la mesa, tomo una cuchara y tomo un poco de sopa

en la cuchara. Si Isa supiera que es la primera comida que he probado después de la cena con Lois,

creo que no me la creería.

Pruebo la sopa y de pronto todo mi cuerpo siente ese calorcito del que ella hablaba, siento como la

sopa pasa por mi pecho hacia mi estómago, como el deliciosos sabor del pollo y la papa se mezclan y

sin poderlo evitar, sonrío.

―Delicioso.― Murmuro.

―Qué bueno que te gustó.

―No entiendo como es que este Carlos dejo está deliciosa comida, yo jamás te hubiera cancelado.

―Es bueno saber eso.― Comenta en un tono de orgullo.― Pero ahora tú puedes disfrutarlo.

Se hace el silencio por un momento, y debo admitir que la sopa me ha caído de maravilla, ha hecho

que esa sensación que queda después de un ataque de pánico desaparezca por completo y habrá

paso a la tranquilidad.

―Voy a comer el pollo ahora.― Le comunico.

―Adelante.― Y se ríe.

―¿De qué te ries? ― Pregunto mientras parto el pollo y lo como.

―De lo propio que eres, me pides permiso, preguntas mi nombre... creo que podría adivinar tu edad

con sólo eso.

―¿Ah sí? Y cuantos años crees que tengo.

Ella se queda en silencio un momento y luego responde.― Cincuenta.

―¡Guau! ― Expreso sorprendido y comienzo a reírme a carcajadas. La conversación animada me ha

dado sed así que me paro por un poco de vino tinto.

―¿Le atiné?

―No te voy a decir.― Respondo.

―¿Otra vez? ― Expresa.

―No, no... mejor sigamos adivinando.

―Vale, entonces haremos lo siguiente, mándame el track de tu música favorita, yo te mando el mío, lo

escuchamos y luego decimos cuál es la edad que pensamos que tenemos.

«¿Es en serio que entrarás a este juego Quentin? » Pienso «¿No crees que estás muy viejo? »

―¿Te gusta la idea? ― Vuelvo a escuchar.

―Muy bien... está bien.― Digo en tono relajado.

―Ok, dame un minuto.

De pronto llega por mensaje la liga de una canción, la abro y veo "Elita" de Michael Bublé, y una Content rights belong to NôvelDrama.Org.

canción con ritmos medio latinos empieza a tocar y escucho cómo ella comienza a cantar del otro lado

del teléfono, lo hace desinhibida.

"Dance, dance, dance, Elita" Repite y y comienzo a mover mi cabeza al ritmo de la canción, cuando

ésta termina la guardo.

―¿Entonces? ¿cuántos años tengo? ― Pregunta.

―Si te gusta Bublé... debes tener unos... ¿28?

―Casi, veintinueve, cumpliré treinta en unos días. Te toca.

En realidad no sé qué canción enviarle, para ser honesto llevo años sin escuchar música, sólo las

noticias y ya. Trato de hacer memoria de alguno de mis cantantes favoritos, los que antes de la

tragedia disfrutaba y me hacía cantar o bailar, los que me hacían tomar a Nadine de la mano y bailar

junto con ella.

Después de pensarlo un momento, sonrío y abro el reproductor de música y le mando la liga, ella la

abre y lanza una carcajada que me hace sonreír aún más.

―¿Qué pasa?

―¿The Chemical Brothers? ¿Es en serio?

―Me gustaban o me gustan. ―Dudo, porque en realidad ya no sé.

Ella pone la canción y "Hey girl , Hey boy" empieza a sonar y recuerdo la vez que fui a verlos en

concierto años atrás cuando todavía era soltero y me podía meter entre el público para bailar música

electrónica. Tenía años que no los escuchaba, solía hacer ejercicio con ellos antes del accidente. La

canción sigue y comienzo a moverme al ritmo por toda la cocina recordando lo feliz que me hacía

escuchar música antes.

―No necesito terminar toda la canción para adivinar tu edad... tienes cuarenta años.

―¿Por qué estás tan segura? ― Le pregunto mientras muevo mi cabeza de lado a lado sintiendo el

ritmo.

―Mi hermano es fan de los Chemical Brothers y tiene casi 42 años.

―Eres muy buena adivinando.

―Bueno, tú no lo hiciste tan mal ¿eh?

De pronto la puerta se abre y veo a Nora que entra, al verme bailando abre los ojos como platos

asustada.

―¿Señor? Pensé que seguía de viaje... ¿comió? ― Contesta de inmediato.

Escucho que Isa apaga la canción y se queda en silencio, volteo a ver la hora y me percato que son

más de las seis de la tarde ¿he hablado con ella tantas horas?

―No te preocupes, Nora, sólo lava los trastes ¿Quieres?

―Sí señor Val...― Y le pido que guarde silencio porque no quiero que Isa escuche mi apellido y esta

magia que ahora hay se pierda.

Tomo el móvil, le quito el altavoz y me voy hacia mi habitación, cierro la puerta y veo por la ventana.

―Supongo que te tienes que ir.― Le pregunto a ella.

―Así es... tengo que terminar de enviar los menús, pero, fue un gusto hablar contigo.

―Gracias.― Murmuro.

―¿Por qué?

―Por hacerme compañía... ― Me sincero como nunca lo había hecho antes.

―No es nada... Hasta luego Quentin.

Estoy a punto de terminar la llamada cuando en un impulso digo.―¡No! Espera... ¿Crees que te pueda

volver a hablar mañana?

Escucho que Isa se ríe bajito y suspira.― Claro, esperaré tu llamada.

―Hasta mañana entonces Isa.

―Hasta mañana, Quentin.


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