Capítulo 9
Capítulo 9
Kent miraba mi foto con los ojos rojos e hinchados, como si estuviera cargado de emociones fuertes.
“Pero mira que Nayra tiene su encanto, compartir cama con ella no sería perder, si ella se me insinuara, no dudaría en aceptar”.
“Esa vez en el Club Extasis, estaba empapada de pies a cabeza, hay que decirlo, su figura era impresionante”. Exclusive content from NôvelDrama.Org.
“Benito, tú sí que aprovechaste, casi le arrancas la ropa”.
“Jajaja”.
Algunos hijos de papá que habían venido con Renán soltaban groserías sin filtro sobre mi, y como Renán me despreciaba, ellos también me despreciaban. Para él siempre fui barata, repugnante, despreciable, ninguno de ellos sabía lo que era respetarme.
Miraba con rencor esas caras asquerosas, deseando poder desgarrarlos con mis propias manos, cerré mis puños e intenté golpearlos, pero no servía de nada.
Pero, en el instante, Benito recibió un puñetazo y cayó al suelo con fuerza.
Paralizada de la sorpresa, observé a la persona que se abalanzó sobre Benito, golpeándolo hasta hacerle sangrar, resultó ser Kent, el mismo loco que me había matado.
“Maldición, ¿se volvió loco? ¡Alguien sáquenlo de encima!”, gritaban aterrados los amigos de Benito, tratando de detenerlo.
Pero Kent era como un animal salvaje que había enloquecido, no importaba cuánto lo golpeaban, él seguía atacando sin parar. Sus ojos rojos como los de un monstruo sediento de sangre, golpeaban con furia desenfrenada.
“Tú la tocaste mereces morir”, la voz de Kent era ronca y entrecortada, pero nadie podía entender lo que decía.
Bajo la luz de la luna, su rostro estaba cubierto de sangre oscura, parecia una bestia feroz, despertando un miedo irracional. Finalmente, fue Renán quien lo noqueo con un golpe, frunciendo el ceño y soltando una maldición.
“Llamen a la policía, ellos aclararán las cosas”, dijo Renán con voz grave.
Benito yacía inconsciente, su rostro ensangrentado, era una vista dolorosa. Me quedé alli parada, con una sonrisa vacía en mi rostro. ¿Era esa su merecida recompensa?
Dos meses atrás, Benito me llamó con el móvil de Renán; me dijo que Renan había bebido demasiado y estaba de mal humor, llamaba mi nombre una y otra vez, quería que fuera por él. Esa noche llovia a cántaros, yo no tenia coche, ni podia conseguir uno, el viento era tan fuerte que ni el paraguas podia con él, solo porque dijo que Renán me extrañaba, corri como una tonta bajo la lluvia hacia el club.
Pero cuando llegué empapada y abri la puerta del privado, lo que vi fue a todos ellos, riéndose, burlándose.
“Jajaja, con la lluvia que está cayendo y aun así vino!].
“Renán, tú sí que sabes, ganaste, jajaja”.
12.07.
Capitulo 9
Renán no estaba borracho en absoluto, estaba con ellos, participando en aquellos juegos despreciables.
“Renán, esta mujer es el colmo de la bajeza, ¿será que haría cualquier cosa con tal de casarse contigo?”, Benito se burlaba con sarcasmo. “Hazla pasar la noche conmigo, dile que, si duerme conmigo, te casarás con ella, a ver si acepta”.
Todos en el privado se reían, me miraban como si fuera un objeto barato. Eran repugnantes y desagradables, nunca olvidarė, nunca podré olvidar esas caras maliciosas.
“¿Le dijiste a mi madre que dormiste conmigo para forzarme a casarme contigo?”, Renán se reclinaba en el sofá, mirándome con aire burlon. “Nayra, para casarte conmigo realmente no te importa perder la dignidad, ¿eres tan despreciable?”.
Estaba temblando en la entrada del privado, con los ojos enrojecidos le dije: “Si estás bien, me iré primero”, me giré para irme, pero Benito de repente me empujó contra la puerta, sus manos impuras me tocaban, claramente estaba abusando de mi a propósito.
Temblaba por todo mi cuerpo, mirando a Renán con ojos suplicantes dije: “¡Sueltame! ¡No me toques!”, gritaba y lloraba, luchando con todas mis fuerzas, pero Renán no movia un dedo por mi.
Él, al igual que todos los demás, se reía de mi, se burlaba de mi situación desesperada.
Al ver
que Renán no hacia nada, Benito se envalentono aún más, me empujó sobre el sofá, arrancando mi ropa, cuanto más me resistía, más excitados se ponian todos, se reían y alborotaban, animando al hombre encima mío a ir más allá,
Lloraba llamando a Renán por su nombre, pidiéndole que me salvara, pero la mirada con la que él me veia, me dejaba sin aliento.